
El hecho de ver los preparativos desde la vereda de enfrente, sin lugar a dudas, generaba muchas expectativas. Para todos nosotros, esta “gente rara”, vivía en un pequeño mundo mágico (la carpa), donde todas las ilusiones se hacían realidad.
Aún me parece escuchar el sonido que las monedas inquietas producían en los bolsillos de los que hacíamos la cola para sacar la entrada.
Nos quedaba un sabor amargo y la tristeza del abandono se respiraba durante muchos días, luego de la partida de los artistas viajeros.
María Julieta Salusso
No hay comentarios:
Publicar un comentario