domingo, 31 de agosto de 2008

Maltrato

Un sonido terriblemente agudo, me silva en la oreja, impacta con sus finos y punzantes aguijones perforando mis arrollados tímpanos… y avanza, se da permiso para alterar mis esquemas mentales. Me confunde
¿Qué cruel barrera determina el grado de sonoridad? ¿Con qué derecho las audaces ondas sonoras atentan contra mis sentidos?
El pensamiento se me vuelve eterno. Rebota una y mil veces en el interior de mi cerebro, enunciando claramente en su eco la incógnita de mis desvelos… ¿A qué lugar se dirigen los sonidos después de herir y abofetear a mi percepción acústica?

María Julieta Salusso

No hay comentarios: